Quiero hablarte hoy de un hombre que considero fue un avanzado en su época y que se dedicó a estudiar sobre nutrición. Dedicó su vida a este tema, a observar cómo estaban de sanas las personas de distintas culturas del mundo, culturas tradicionales con alimentaciones tradicionales. Es un hombre al que descubrí al poco tiempo de empezar a interesarme por estos temas de nutrición y que para mi siempre ha sido una inspiración. He aprendido mucho leyendo sobre sus ideas y sobre personas que después las han desarrollado e investigado. Estoy hablando del Dr. Weston Price, un dentista de Cleveland, Estados Unidos. Le llaman el moderno Isaac Newton de la nutrición.
En un momento dado dejó su práctica clínica como dentista y se dedicó a recorrer mundo, durante 10 años, observando y estudiando la alimentación de las personas de las distintas culturas tradicionales, culturas a las que todavía no había llegado la civilización y que no estaban “contaminadas”, culturas que seguían utilizando -siguiendo dietas tradicionales-, formas de alimentación tradicionales. Se dedicó a observar cómo estaban estas personas de sanas; sobre todo, cómo era el estado de salud de su boca, de su dentadura y también otros factores. Observó si estas personas tenían problemas de caries dentales, si tenían los dientes apiñados, amontonados, si les faltaban piezas dentales, si tenían una apariencias atractiva o si tenían alguna señal de enfermedad. Con todo esto llegó a una serie de conclusiones.
Estudió a grupos aislados, a personas de culturas aisladas, que tenían unas dietas particulares. En sus viajes observó cómo se alimentaban grupos humanos muy diferentes, personas que vivían en pueblos aislados de Suiza, comunidades galas, personas de las Hébridas, los esquimales, los indios americanos, los melanesios y polinesios, personas que vivían en las islas de los mares del sur, tribus africanas, aborígenes australianos, neozelandeses, maoríes, indios sudamericanos… y resulta que en casi todas aquellas culturas tradicionales las personas tenían las dentaduras perfectas, los dientes perfectamente alineados, libres de caries dentales, libres de apiñamientos en los dientes, tenían cuerpos sanos y fuertes, estaban atléticos, eran muy resistentes a las enfermedades y apenas había enfermedades. Desde luego, no había enfermedades crónicas como las que sufrimos en nuestra cultura actual y, aunque todas estas culturas tenían alimentaciones muy variadas y muy diferentes adaptadas a lo que el entorno proveía a cada cultura, todos ellos estaban sanos, eran longevos y tenían una salud óptima.
A pesar de esta variedad en la nutrición había una serie de características en común. Todos se alimentaban de productos de origen animal de algún tipo. Unos comían más vegetales, otros menos, pero en todas las culturas se comía algún tipo de alimento de origen animal siempre.
Otra característica era que comían dietas muy ricas en grasas saturadas, grasas que en la cultura occidental nos han dicho durante los últimos años, que son malas. Pues todas las culturas tradicionales siempre han comido muchas grasas saturadas. Eso no significa solamente grasas animales. El aceite de coco es una de las grasas más saturadas que hay y es una fuente de grasa en muchas culturas tradicionales. Lo que está claro es que ninguna cultura seguía una alimentación baja en grasa.
En ninguna cultura se comían alimentos refinados, se comían los alimentos en su estado natural, de la forma que la naturaleza los provee. Quizá lo podrían cocinar, todas las culturas han comido alimentos cocinados, pero ninguna de ellas refinaba los alimentos como los refinamos en nuestra cultura actual. En todas esas culturas se comía una gran cantidad de alimentos crudos y resulta que cuando esas personas de esas culturas se trasladaban a vivir a zonas más “civilizadas”, resulta que al adaptar su dieta a la dieta civilizada, a la dieta occidental, empezaban a sufrir las enfermedades crónicas que sufrimos en nuestra cultura occidental en este momento.
¿Cuál es mi conclusión?
Pues que necesitamos comer alimentos de origen animal, sí o sí. Debemos ingerir suficiente aporte de grasas saturadas y no debemos de comer alimentos refinados. Debemos comer preferiblemente los alimentos crudos, cuando sea posible.
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