Esta es la trasncripción de un artículo escrito por un médico de atención primaria (que prefiere mantener el anonimato) que ha estudiado a fondo los efectos de la vitamina D en el organismo y los problemas que causa su deficiencia.
Informe sobre COVID-19 y vitamina D.
Me dirijo a usted con la enorme preocupación que compartimos y que nos
plantea la actual epidemia de coronavirus.
Sentado que no se dispone de tratamientos preventivos ni curativos establecidos, a excepción de las descomunales e imprescindibles medidas epidemiológicas, deseo tenga a bien atender mis siguientes consideraciones en la pretensión de aportar una rendija de luz en este oscuro panorama:
1- La estacionalidad invernal de las infecciones víricas respiratorias, es una
evidencia epidemiológica histórica.
2- Las deficiencias y carencias de vitamina D, se van acentuando progresivamente a lo largo del otoño e invierno con la disminución de la irradiación solar ultravioleta B, afectando a la mayor parte de la población. Los estudios de Sabadell, Madrid, ¡Canarias! … y la experiencia clínica y analítica actual lo confirman irrefutablemente.
Precisamente en estas fechas y mucho más con el confinamiento domiciliario y en los mayores institucionalizados, el déficit de esta vitamina alcanza unos máximos muy peligrosos.
Al respecto, es esencial considerar que esta radiación ultravioleta B, origen del 90% de nuestra vitamina D, no traspasa en absoluto los acristalamientos y tras ellos, en nuestras casas o instituciones, es como estar en una caverna a efectos de producción de esta vitamina.
3- Las implicaciones de esta carencia en enfermedades tan graves como
osteoporosis (fracturas óseas), cánceres, hipertensión arterial, cardiopatías,
vasculopatías etc., aparecen en innumerables comunicaciones científicas
mundialmente y abarcando a todas las especialidades médicas.
En uno de mis libros, exponía mi larga experiencia (ahora 30 años) al respecto que culminó con un estudio retrospectivo de cohortes a 20 años con unos resultados sorprendentes y en aquellas fechas, increíbles.
4- Pero en relación al tema que nos ocupa, toma esencial protagonismo la
implicación de la vitamina D en el sistema inmunitario y defensivo general de nuestro organismo.
A estas fechas, hay abundantes comunicaciones científicas al respecto.
En mi citado libro expongo tres:
- En 2010, un estudio reveló que los adultos que tienen más de 38 ng/ml
en sangre, tiene dos veces menos probabilidad de padecer enfermedades respiratorias invernales que aquellos con tasas bajas. - En otro estudio controlado sobre 104 mujeres tratadas con 800 UI
diarias, desapareció la estacionalidad invernal de la gripe y con
2000 UI/día, se erradicó prácticamente toda manifestación de catarro o
gripe. - En estudio británico publicado en 2011, sobre 6789 personas nacidas en
1958, se demostró una disminución del 7% de infecciones respiratorias
por cada 4 ng/ml de incremento de vitamina D en sangre.
De ellos se deduce que la protección antiviral atribuible es inespecífica y
dosis dependiente, reforzando esto último la validez de los estudios.
5- Coincide lo expuesto en el apartado anterior con lo que hoy sabemos. Muy sintéticamente:
– Que la vitamina D, a través del calcitriol, pone en marcha la producción de
catelicidina y otros péptidos antimicrobianos.
– Que su mecanismo de acción es que la catelicidina se fija en las membranas bacterianas y virales causándoles poros que acaban destruyéndolos.
– Que la catelicidina es fundamental en la inducción de la autofagia de
monocitos/macrófagos y su capacidad para destruir patógenos intracelulares, lo que podría tener relevancia en la prevención de
reactivaciones pasada la enfermedad.
– Está demostrada su actividad frente a 50 tipos de bacterias, cándida
albicans, adenovirus, citomegalovirus, papilomavirus, virus de la influenza,
virus vacuno, virus herpes simple, varicela, virus inmunodeficiencia
Humana – 1.Al respecto, existen innumerables referencias bibliográficas entrando en
google con la palabra catelicidina.
– Sabemos también que la vitamina D. es antiinflamatoria al regular
fisiológicamente la producción de citoquinas, lo que puede ser vital para
controlar el gravísimo exceso inflamatorio de la segunda fase de la
enfermedad, que afecta a todos nuestros órganos (Pulmón, corazón,
cerebro, riñón…).
– Es bien conocido que la concentración de esta vitamina condiciona la
evolución de la insuficiencia renal y con ello puede contribuir a evitar el
mortal fallo multiorgánico.
– Que la reconocida pandemia de hipovitaminosis D, muy especialmente en
el periodo invernal y de confinamiento, constituye un factor muy grave en
la expansión vírica que podría hacerse extensible al coronavirus.
– Finalmente y coincidiendo absolutamente con el estudio de la
Universidad de Turín que, afortunadamente, ha tenido una gran repercusión en internet, aconsejo con estos fundamentos, no solo
preventivamente si no que su administración urgente debería formar parte
del tratamiento integral en todas las fases de la enfermedad, incluso su
administración intravenosa en su forma de calcitriol en la fase crítica.
6- A efectos preventivos, es esencial considerar que esta vitamina no es un
fármaco sino una sustancial molécula de nuestro organismo cuyos niveles
adecuados, está más que demostrado, son esenciales en el mantenimiento
integral de nuestra salud y por tanto de nuestra resistencia frente a cualquier agresión microbiana.
A la dosis que propondré, no conozco ningún estudio que muestre efectos
secundarios y mucho menos tóxicos.
Por otra parte, mundialmente, solo conozco una suplementación generalizada de esta vitamina en los países nórdicos europeos y Canadá; en éste es obligatoria por ley, la suplementación de alimentos como leche, zumos y otros. Pues bien, Canadá, con 40 millones de habitantes, registró 4831 fallecidos con 68,848 afectados a fecha 11/05/2020. Suecia, en un mundo aparte, con todo abierto, bares, transportes, escuelas…y 10 millones de habitantes, registra 26,322 casos con 3,225 muertos. Noruega con 5 millones de habitantes, registra 8.099 casos con 217 fallecidos.
7- Bien sentado pues el principio de “lo primero es no hacer daño” y con los
conocimientos actuales, se impone como correcta, necesaria y urgente la
suplementación con vitamina D3 para alcanzar los niveles adecuados en
prevención de múltiples enfermedades asociadas a su carencia crónica y
mejorar el estado general y defensivo frente a la agresión vírica.
Esto, por sí mismo, ya justifica sobradamente su indicación, pero la
coincidencia en este invierno del coronavirus con el descenso de vitamina D, con el confinamiento de la población general y muy especialmente con los mayores institucionalizados y contemplando los puntos 4 y 5, hace a esta
vitamina imprescindible y tanto más en la población de mayor riesgo.
8- Pero ¿cuáles son los niveles adecuados en sangre y las dosis necesarias para alcanzarlos?
Llegados aquí, podría responderse que aquellas dosis que hagan superar
holgadamente el nivel de 30ng/ml en sangre que se acepta como nivel de deficiencia y así, niveles entre 40-60 ng/ml en sangre serían razonablemente convenientes y a la vez, prudentes, teniendo en cuenta que el nivel tóxico se cifra en 150ng/ml.
Para alcanzar y mantener esos niveles son necesarias alrededor de 3000-4000 ui/ día o 100000ui/ mes.
Según esto, personalmente, yo tomo y aconsejo a mis allegados:
3 comprimidos o viales de 25000ui de vitamina D3 el primer día (en
comidas), para alcanzar nivel.
1 cada 7 días, indefinidamente, para mantener nivel.
La variabilidad de respuesta personal y de su grado de insolación, puede controlarse con una monitorización semestral que, en principio, no es imprescindible. La periodicidad semanal es posible por tener esta vitamina una vida media de 20 días y tener como reservorio el tejido graso.
9- Esta suplementación preventiva tiene como objeto la posibilidad de
disminución de la vulnerabilidad al aumentar la resistencia inmunológica
natural y poder disminuir la gravedad de la infección si se produce.
Es por fin inexcusable afirmar y remarcar que en nuestros mayores
institucionalizados, y ello es fácilmente comprobable, los niveles de vitamina D en estas fechas, están por los suelos y con ello, el campo libre a la infección vírica y complicaciones microbianas e incluso micóticas, lo que podría explicar en parte, su altísima mortalidad que cabalga superpuesta sobre dos pandemias -aunque la una no esté declarada- y el natural deterioro biológico senil.
10- De mi análisis bioético resulta que la indicación profiláctica urgente de
vitamina D3 cumple los principios de:
– No maleficencia: nivel tóxico 150ng/ml en sangre, muy lejos del que puede
alcanzarse con 3000 – 4000ui/día.
– Coste de 0 ́50 euros/día, a precio de farmacia.
– Beneficencia: innegable, para prevenir muchas enfermedades graves.
Contra el coronavirus abre una puerta preventiva de razonable esperanza
ante una situación sanitaria catastrófica.
– Autonomía para prescribirla y recibirla.
– Justicia aplicable a la población de más de 20 años, aunque prioritariamente a la población de más riesgo (sanitarios, mayores institucionalizados etc.)
Obsérvese que ninguno de estos principios entra en contradicción con los otros con lo que, a mi juicio, no se produce conflicto ético.
Declaro, por otra parte, no tener ningún conflicto de intereses.
Con mi mejor voluntad, y a instancia de mi conciencia, estoy a su disposición.
Un respetuoso saludo
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