Algunos investigadores afirman que la carne roja provoca cáncer de colon. En 2015, la Organización Mundial de la Salud (OMS) proclamó que la carne roja era un carcinógeno de Clase 2 y que la carne procesada era un carcinógeno de Clase 1, lo que la colocaría en la misma categoría que fumar en términos de riesgo de desarrollar cáncer de colon. El nivel de riesgo relativo fue de alrededor del 17 por ciento para la carne roja y del 18 por ciento para la carne procesada.

Científicos de todo el mundo han criticado esta afirmación por varias razones. Observadores independientes que utilizó la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer (IARC) para informar la declaración de la OMS han señalado que no fue una decisión consensuada porque aproximadamente el 30 por ciento de los participantes no estuvieron de acuerdo. Se consideraron alrededor de 800 estudios, pero solo alrededor de 50 se fueron dignos de respaldar la posición de que la carne causa cáncer; los otros estudios fueron descartados por diversas razones.

La Dra. Georgia Ede ha realizado un trabajo notable al clasificar los mismos datos que citó la IARC, y ha determinado que la evidencia que respalda la afirmación de que la carne causa cáncer parece ser bastante decepcionante. Puede encontrar la crítica de la Dra. Ede en DiagnosisDiet.com, y merece la pena leerla. En resumen, sus hallazgos muestran que la gran mayoría de los datos provienen de la epidemiología, y agrupa a los verdaderos comedores de carne, con aquellas personas que comen comida basura como hamburguesas, batidos y patatas fritas en aceites vegetales refinados.

Buena parte del resto de la investigación se basó en estudios con ratas en los que los animales eran modificados genéticamente para desarrollar cáncer, se les administró un fármaco que induce el cáncer y luego se les alimentó con carne y algo de pienso tóxico para ratas. Estos tipos de estudios son difícilmente aplicables a un ser humano normal que come una dieta saludable que incluye carne, y los estudios de ninguna manera representan con precisión los hábitos de un humano puramente carnívoro. Entre esos estudios con ratas y ratones hubo una mayoría que no apoyó la hipótesis de que la carne causa cáncer, e incluso existe un estudio que concluye que el tocino era relativamente protector contra el cáncer de colon. El Dr. David Klurfeld, que fue uno de los miembros del panel de la IARC, habló recientemente sobre el proceso. Le preocupaba bastante que se descartara la evidencia contradictoria y que un gran porcentaje de los panelistas fueran veganos o vegetarianos, pero no se reveló esa información en la revisión.

Supongamos que la débil evidencia que usó la OMS fuera suficiente para sugerir un verdadero aumento del riesgo relativo de cáncer del 18 por ciento. ¿Qué significa eso? Bien, el riesgo generalmente aceptado de desarrollar cáncer de colon a lo largo de la vida es de alrededor del 4 por ciento. Si la OMS tuviera razón, ese riesgo subiría al 5 por ciento. En otras palabras, según los datos que respaldan la afirmación de la OMS, hay un “enorme” aumento del 1 por ciento en el riesgo absoluto. Este es uno de los clásicos juegos de números estadísticos que se usan para asustar a las personas para que no consuman algo que a alguien no le gusta por razones varias. Como siempre, el consumo de carne no es el único factor de riesgo de desarrollar cáncer; también podríamos analizar cosas como la hiperinsulinemia, la obesidad abdominal y la inflamación crónica (y podríamos pintar una imagen mucho más aterradora).

Tal como yo lo veo, hay dos enfoques posibles para el decreto de la OMS: se pueden cuestionar los hallazgos de la OMS debido a la poca ciencia que los respalda, o se pueden poner los hallazgos en contexto con otros factores para determinar su riesgo real. Las personas que siguen una dieta carnívora a menudo informan de un estado de insulina muy mejorado, niveles más bajos de obesidad abdominal y una inflamación significativamente reducida. Cuando se junta todo el paquete, se encuentra que el riesgo general de cáncer de colon probablemente cae para las personas que siguen una dieta carnívora. Recuerde: cuando hablamos de datos asociativos, siempre se debe preguntar: “¿Esto se aplica a todas las personas en todas las situaciones?” Las ratas que han sido modificadas genéticamente para desarrollar cáncer y que han recibido un fármaco que promueve el cáncer, no deberían consumir pienso tóxico para ratas con bistec. Del mismo modo, las personas que se pasan la vida comiendo azúcar, aceites vegetales y granos refinados que se vuelven resistentes a la insulina y obesas podrían querer evitar las hamburguesas triples con tocino con una guarnición de patatas fritas y batido.

En Asia, la carne roja y la carne procesada (ya sean cocidas o crudas) básicamente no tiene asociación con el cáncer colorrectal. ¿Es la carne en ese continente mágicamente diferente a la de América del Norte? No es probable, especialmente porque gran parte de la carne roja en Asia se importa de los Estados Unidos. ¿Los asiáticos tienen genes especiales de resistencia a la carne? Eso tampoco es probable porque cuando los asiáticos emigran a los Estados Unidos, aumenta la probabilidad de enfermar, engordar y desarrollar cáncer. En cambio, tal vez la mayor incidencia de cáncer colorrectal en América del Norte tenga que ver con la basura que comemos con la carne y no con la carne en si misma. (Nota: solo alrededor de 4.500 millones de personas viven en Asia, por lo que estoy seguro de que está bien ignorar sus datos).

Extracto del libro “La Dieta Carnívora”, del Dr. Shawn Baker.

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