No hay verdades absolutas en relación con la alimentación. Y, sobretodo, en relación a cuál era exactamente la alimentación de los humanos del paleolítico. Sin embargo, sí que hay algunos datos incuestionables.

Por ejemplo, que aquellos antepasados nuestros utilizaban herramientas hechas de piedra para extraer el tuétano de los huesos largos de animales grandes. Hay restos de huesos horadados por aquellas herramientas. Esto nos indica que ya entonces el tuétano era un alimento muy valorado. Que fuera más o menos frecuente la caza de animales grandes no podemos asegurarlo. Sin embargo, para alimentarse de animales no necesariamente tenían que ser grandes. Nuestros antepasados probablemente comían conejos, aves, insectos, huevos …

También hay datos suficientes que muestran que cuando los seres humanos empezaron a alimentarse con cereales y granos, cuando comenzaron a cultivar los campos, comenzaron a aparecer caries y problemas dentales que eran infrecuentes anteriormente. Las calaveras de hace más de 15 mil años normalmente tienen las dentaduras perfectas, con todas la piezas dentales y sin caries. Sin embargo, a partir de que el ser humano empezó a cultivar cereales, aparecen calaveras con muchos problemas dentales. Hay caries y faltan piezas dentales.

La dentadura de una persona, lo mismo que la de un animal, nos muestra el estado de salud. Eso lo sabían bien los que comerciaban con esclavos, pues se fijaban en la dentadura de la persona para tener idea sobre su estado de salud. Los que comercian con animales también lo saben.

Al continuación de este párrafo hay un link a un vídeo de la Doctora Ann Childers que muestra cómo el aparato digestivo de los seres humanos, se parece mucho más al de algunos animales carnívoros que al de animales que se alimentan de vegetales y que al de los omnívoros:

El aparato digestivo de los seres humanos tiene una parte mínima dedicada a la fermentación, lo cual implica que no podemos digerir los vegetales adecuadamente, pues para digerirlos hay que fermentarlos. Los herbívoros tienen una zona enorme de su aparato digestivo dedicada a la fermentación. Y algunos, como sabemos, son rumiantes, es decir, después de haber pre-digerido la comida, la mastican un buen rato de nuevo para poder digerirla.

En cuanto a la esperanza de vida en el paleolítico, no es un dato relevante para saber cómo eran de longevos, pues la media de edad bajaba muchísimo por la enorme cantidad de muertes de niños y bebés por diferentes motivos. Eso no indica nada en relación a la dieta, pues morían de accidentes, en el parto, por agresiones de animales, etc. La esperanza de vida en los niños es muchísimo más elevada hoy en día. En eso sí que hemos avanzado. Sin embargo, la esperanza de vida de los adultos está empezando a disminuir en el mundo occidental por culpa de la mala alimentación. Y el tamaño del cerebro también está empezando a disminuir por el mismo motivo. Quizás debamos replantearnos las cosas cuanto antes.

Hay culturas que vivían casi exclusivamente de alimentos de origen animal: los Inuit en Alaska y los Masái en Africa. Además, eran pueblos donde las personas eran muy longevas, carentes de enfermedades y físicamente muy robustos y atléticos. Los Masái se alimentaban casi exclusivamente de leche y sangre de sus vacas y los Inuit de carne y grasa de foca y ni los unos ni los otros sufrían de cáncer, diabetes, obesidad, hipertensión, …

La asociación entre lácteos y productos animales con todas esas enfermedades no está probada porque no sabemos qué tipo de lácteos y carnes se han utilizado para llevar a cabo esos estudios. No es lo mismo la carne de animales salvajes, que comen pastos y que no han sido hormonados ni se les han dado antibióticos y otros medicamentos, que las carnes y lácteos muy procesados, tratados con procedimientos industriales agresivos, que eliminan nutrientes esenciales de los alimentos a los que se les han añadido aditivos y sustancias que no estamos preparados para digerir y procesar, alimentos procedentes de animales que reciben una alimentación antinatural (transgénicos, piensos compuestos, granos a herbívoros, harinas elaboradas con restos de animales, etc.), hormonados, y a los que se les han dado antibióticos en exceso.

Luego, esas pruebas no son en absoluto concluyentes respecto de si esos alimentos son o no dañinos para la salud. Habría que ver cómo están de sanas las personas que comen alimentos naturales de verdad, de origen animal, de animales que comen pastos y de animales libres, felices y sanos. Eso es precisamente lo que nos lo muestran ya los Inuit y los Masái.

El tipo de alimentación que proponemos en el Método Santos ha ayudado a muchas personas a recuperar su salud. Entre ellos, a todos los miembros de nuestro equipo. Ha habido mejorías sustanciales en casos de miomas, dentaduras deterioradas, diabetes tipo II, obesidad, artrirtis reumatoide, vértigos, depresión …

No te pedimos que te lo creas. Te invitamos a que lo pruebes y después decidas por ti mismo.

Este texto surgió como respuesta a la pregunta de una persona a un post anterior y
nos parece interesante compartirlo públicamente.
Agradecemos enormemente todas las preguntas que nos formulen.


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