Deseo clarificar algunas cosas sobre el veganismo, pues está en juego la salud de las personas que se alimentan exclusivamente de vegetales; y sobre la ecología, pues está en juego la salud de todos.
En repetidas ocasiones he escuchado frases del tipo “fulanito tiene cancer, con lo sano que come, si desayuna 4 manzanas asadas …”, o “menganito tiene cancer, si es vegano estricto …”. Y yo me pregunto ¿no será que comer solo vegetales no es tan bueno como nos han hecho creer?
Hay una razón de peso para comer alimentos de origen animal: y es que los seres humanos los necesitamos para estar sanos. Entiendo que haya personas que se sientan bien, temporalmente, siguiendo una alimentación vegana. El deterioro del organismo al llevar una dieta vegana es lento y silencioso. Inicialmente la persona se siente muy bien por el simple hecho de dejar de comer alimentos industriales y tóxicos. Esto lógicamente hace que se sienta muy sano, pero es temporal. Con el tiempo el organismo sufre deficiencias nutricionales que van llevando a la persona a todo tipo de problemas. Y lo malo es que, muchas veces, cuando la persona llega a darse cuenta de esto, es demasiado tarde para revertir los efectos de la malnutrición. Por este motivo, recomiendo leer el libro de la experiencia de una mujer que fue vegana estricta durante 20 años. Ella decidió cambiar su alimentación por los mismos motivos que la mayoría de los veganos, y finalmente tuvo que desistir y volver a comer de nuevo alimentos de origen animal para tratar de recuperar su salud. Se llama Lierre Keith, fue vegana estricta durante 20 años y escribió un libro titulado “The Vegan Myth” (El mito vegano), donde cuenta todos los problemas que le causó el veganismo y donde reconoce lo equivocada que estaba también al pensar que el veganismo es más ecológico y mejor para el planeta. Según la autora, su hermana necesitó cirugía para extirparle el útero por culpa del veganismo.
Esto es algo que no es conocido: Muy a menudo los veganos sufren problemas dentales y periodontales. Su piel se arruga y está falta de vitalidad. Esto son signos de deficiencias importantes. Algunas mujeres veganas llegan a perder la menstruación porque su organismo está tan desprovisto de nutrientes que no puede dedicar recursos a procrear. En muchos casos sufren problemas de útero y de tiroides.
Los veganos sufren deficiencias graves de nutrientes esenciales. Algunos alegan que a partir de los alimentos de origen vegetal, se pueden obtener todas las proteínas (o todos los aminoácidos) que los humanos necesitamos. Este es un tema controvertido, ya que hay también expertos que mantienen la posición contraria. De todos modos, aunque fuera cierto que de los vegetales pudiéramos obtener todas las proteínas que necesitamos, hay nutrientes indispensables para la salud que no podemos obtener de ellos. Por ejemplo el omega 3 (el cuerpo no obtiene suficiente omega 3 de los vegetales, y no aprovecha el omega 3 vegetal igual que el de origen animal), el zinc, las vitaminas K2 y B12, la coQ10, el colesterol, sustancia esencial para los seres humanos, que ha sido demonizada durante los últimos 50 años por culpa de estudios erróneos y manipulados, etc.
Y muchos veganos piensan que los problemas que sufren tienen que ver con otros factores que no son su alimentación. Le echan la culpa de sus problemas de salud (problemas intestinales y de piel, pérdida de cabello, ansiedad, falta de claridad mental, depresión, fatiga, insomnio, neuropatías y otros problemas neurologicos …) a causas ajenas a la alimentación como el estrés. Pues bien, es verdad que el estrés es un factor que contribuye a problemas físicos y emocionales. Y es verdad que un abordaje emocional es importante. Sin embargo, lo que muchas personas no saben, es que el estrés afecta también porque las hormonas del estrés tienen una composición que requiere de muchos recursos nutricionales. Por lo tanto a una persona que no está bien nutrida, le va a afectar mucho más el estrés y le va a dejar más desprovisto de nutrientes, y eso a la larga va a afectar a su salud física y mental.
Hay mamíferos que se alimentan exclusivamente de otros animales. Sin embargo no existen mamíferos veganos. Incluso las vacas y caballos comen proteína animal procedente de los bichitos que hay en la hierba. Estos animales tienen un aparato digestivo mucho más preparado para digerir vegetales. Para poder digerir los vegetales, hay que fermentarlos, como ocurre en el aparato digestivo de los herbívoros. El aparato digestivo de los humanos no digiere bien los vegetales, pues no está preparado para fermentar los alimentos, no puede realizar esa función adecuadamente. Para poder medio-digerir los vegetales necesitamos cocinarlos o fermentarlos previamente. Si no, nuestro aparato digestivo absorve algún nutriente, pero expulsa la fibra casi igual que la ingerimos, porque no la podemos digerir.
Otro de los argumentos a favor del veganismo es la promoción de la ecología, lo que beneficia más a la sociedad y al planeta. Pero en definitiva, a quien más le interesa promover el veganismo es a las grandes multinacionales de la alimentación. Para esas grandes multinacionales es mucho más fácil controlar la producción de alimentos vegetales que de animales. Por esta razón, se promociona silenciosamente el veganismo. Para darse cuenta de lo mucho que interesa, no hay más que ver la variedad de productos de la soja que nos ofrecen. Les interesa mucho. A ti es a quien no debería de interesarte si te importan tu salud, tu bienestar y el futuro del planeta.
Y es una pena que muchas personas no se cuestionen todas estas cosas y debido a ello pierdan la salud, que es el bien más preciado que tenemos.
No existe la dicotomía de veganismo o animales hacinados en granjas destinados a alimentarnos. Yo no propongo una alimentación a base de animales hacinados en granjas, sino de animales sanos y felices que han estado pastando en el campo y disfrutando de su vida. De animales alimentados con los alimentos que su organismo está diseñado para digerir, no a base de cereales y de soja, que les producen todo tipo de problemas a ellos y al planeta. Es el ganado hacinado y alimentado con granos el que produce gas metano, como también lo producimos los humanos cuando comemos legumbres, que tampoco para nosotros son un alimento natural. De hecho no las podemos digerir adecuadamente. Para poder medio-digerirlas las tenemos antes que fermentar y/o remojar y/o cocinar. Y aún así hacen que nos hinchemos y nos llenemos de gases, porque nuestro aparato digestivo no está diseñado para digerirlas. El gas metano procedente de los intestinos de humanos es tan problemático como el del metano procedente de los herbívoros alimentados equivocadamente. Y los humanos solo producimos metano cuando comemos alimentos de origen vegetal.
Todos los animales comemos seres vivos que tenemos que sacrificar para nutrirnos. Es ley de vida. Y comer alimentos de origen animal no es una cuestión de tradición, es una cuestión de salud personal y del planeta. Lo que más ha destruido el planeta por la acción del ser humano ha sido la agricultura, y después la ganadería masiva en naves con los animales hacinados.
Es cierto que cuando comemos alimentos de origen animal estamos contribuyendo a la muerte de animales. Pero el veganismo contribuye a muchísimas más muertes de animales, así como a la desaparición de especies enteras y a la destrucción de ecosistemas completos por la deforestación. No nos es posible a los seres humanos evitar matar a otros seres vivos para sobrevivir. Cuando las cosechadoras recogen los cereales y las legumbres se llevan por delante a millones de animales (insectos, ratones, aves, caracoles, conejos e incluso zorros, faisanes y muchos más). La cosechadora no va seleccionando lo que recoge del cultivo. Arrastra todo lo que hay en él sea animal o vegetal.
La explotación agrícola masiva de cereales y legumbres es lo que más animales, especies y bosques ha destruido y sigue destruyendo. Cuando se arrasan miles de hectáreas para cultivar granos se destruyen millones de animales de miles de especies, e incluso se extinguen especies completas. Lo que más ha desertizado el planeta es precisamente eso: la tala de bosques y selvas para cultivar granos.
Y no solo eso, sino que al cabo de unos años, cuando ya los campos de monocultivos se han quedado desprovistos de nutrientes, esos campos son inservibles, y no sirven ni siquiera para criar animales en ellos. Primero porque no crece nada en ellos y segundo porque esos campos han quedado completamente tóxicos debido a las ingentes cantidades de pesticidas y herbicidas utilizados en ese tipo de cultivos.
Así que el veganismo contribuye, no solo a matar un número elevadísimo de animales, sino que está terminando con la vida en grandes extensiones del planeta.
Es una conclusión muy errónea y simplista pensar que por no comer carnes se está evitando matar animales. Se matan muchísimos más animales con la agricultura que con la ganadería respetuosa, que consiste en criar los animales como estarían en estado salvaje, viviendo en la naturaleza.
Esto no es solamente una teoría, sino que es un hecho y hay un hombre que lo ha comprobado. Un hombre experto en agricultura y ganadería que hace unos años estaba totalmente en contra de la ganadería porque pensaba que eso era lo que estaba destruyendo la naturaleza. Sus estudios y su experiencia le han llevado a defender lo contrario. Y no solo lo defiende, sino que está mostrando que ese tipo de ganadería es lo que puede salvar el planeta, ayudar a recuperar ecosistemas y a revertir el cambio climático. Es un ecologista llamado Allan Savory y aquí puedes ver un vídeo en el que lo explica.
Invito a cualquier vegano a que vea esos vídeos, lea esos posts y después decida qué comer teniendo la información necesaria para tomar la mejor decisión para el o ella y para el planeta.
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En el imperio global en el que habitamos, de la misma manera en la que se ha estandarizado la cultura, las preferencias estéticas, el lenguaje, la moneda o las estructuras socio-económicas; también la moral está abocada a la uniformidad
Se impone la globalización, y con ella una cultura urbanita, desarraigada, ajena y profundamente ignorante del entorno rural y del ecosistema; educada por Walt Disney, tremendamente sobreprotectora con los animales, pero no con el entorno que los sustenta.
Una cultura primermundista, implacable con los últimos vestigios de un primitivismo cultural más reciente de lo que es capaz de asimilar; pero indulgente con el capitalismo que explota la naturaleza, la desnaturaliza, la utiliza y que va camino de esquilmar.
Los urbanitas vemos la comida en el estante del súper, y no nos planteamos cómo se ha producido eso. Nos cuesta imaginar que comemos animales muertos, como los linces o los lobos. Nos repugna nuestra propia animalidad. Renegamos del primitivismo y nos acogemos al civilizado ciudadanismo que esconde las vergüenzas bajo hipnóticas alfombras de plasma.
Yo soy omnívora, como lo ha sido el 99% de la humanidad a lo largo de su historia (Nota 7). Somos animales y comemos otros animales, además de recolectar y luego sembrar, y criar animales, como las hormigas crían pulgones. Y no me avergüenzo, porque para seguir vivos, todos los animales tenemos que comer otros seres vivos, sean animales o plantas.
También éstas últimas tienen sentidos, a través de los cuales obtienen informaciones que les permiten tomar decisiones sobre su propia supervivencia y la de la comunidad con la que se interrelacionan, además de que les sirven para comunicarse con otras plantas, percibiendo señales olfativas a través de sus hojas (p.ej., esa señal de ¡Peligo! que nosotros percibimos como olor a hierba recién cortada), y emitiendo “sabores” a través de sus raíces y redes de hongos. Mediante el micelio, se comunican entre ellas y con otros organismos; comparten nutrientes, piden ayuda, o emiten señales de alerta.
Los humanos, como especie, no somos responsables de nuestra propia biología, de que para seguir vivos tengamos que comer otros seres vivos (sean animales o plantas), pero sí de nuestras relaciones y actuaciones con las demás especies y con el ecosistema, que es común.
Por eso, a mí lo que realmente me da vergüenza no es que ocupemos nuestro puesto en la escala trófica, sino que estemos envenenando el planeta y destruyendo un ecosistema que no es sólo nuestro.
No creo que sea menos ético el comportamiento del lince por cazar conejos que el del conejo por comer hierba, ni me hace falta ser vegetariana, animalista ni antiespecista para ver diferencias morales entre criar cerdos que no conozcan más que la tortura de vivir en un metro cuadrado, y criarlos de forma que se pasen la vida hociqueando en una dehesa.
La única forma de producir carne no son las granjas industriales. Se puede criar ganado de una forma más ética, lógica y ecológica, con pasto y forraje, como se ha hecho tradicionalmente (y aún, marginalmente, se sigue haciendo). Eso sí, hay que currárselo 365 días al año: trashumar, subir a las vacas al monte, mover el ganao, sacarlo a pastar… y por otra parte, proteger la diversidad genética (razas autóctonas, adaptadas al entorno) y mantener los derechos de paso y pasto comunales que persisten, pretenden que arcaicamente, en nuestra legislación. Un ejemplo: a día de hoy, sólo quedan 80.000 de los 125.000 km de vías pecuarias, el resto (36%) está en manos privadas por la desidia o con la connivencia de las autoridades. En cambio, las leyes que favorecen a las multinacionales, se cumplen a rajatabla…
Los pequeños agricultores van camino de ser meros franquiciados de las multinacionales de semillas, y los pequeños ganaderos no pueden competir contra la producción industrial de carne y lácteos, en un sector regulado para extinguirles. Vamos camino de dejar morir los pueblos, y perder con ellos un sistema de producción alimentaria ecológica y sostenible, en favor de otro industrializado y globalizado.
http://aliciaatravespantalla.blogspot.com.es/p/ecologia-soberania-alimentaria.html